La historia de la humanidad ha mostrado cuán necesario es regular la convivencia social mediante el establecimiento de diversos tipos y formas de normatividad (religiosas, sociales, jurídicas, etc.) que lleven a disminuir las discrepancias y desacuerdos entre los hombres. En esta ocasión nos referimos a las normas de tipo jurídico, requisito necesario para poder alcanzar y mantener una sociedad ordenada, disciplinada y respetuosa. Sólo así cualquier pueblo puede disfrutar de un nivel apropiado de paz, seguridad y tranquilidad. Para que esto sea posible se requiere, entre otras cosas, la existencia de espacios físicos, desde donde sea posible la impartición de la justicia. En esta tesitura, la presencia de instituciones como el Supremo Tribunal de Justicia es fundamental para la sociedad mexicana, pues se ocupa precisamente de velar por el Estado de derecho de la nación. De ahí la importancia de rescatar aquellos aspectos históricos que permitieron su establecimiento en un área territorial específica, como es la comunidad de Ario de Rosales, en el estado de Michoacán. En efecto, fue en el pueblo de Ario de Rosales donde, el 7 de marzo de 1815, en plena lucha por la independencia, se estableció el Primer Supremo Tribunal de Justicia separado de la organización política administrativa de la Corona española, por lo que constituye el referente obligado de nuestras actuales instituciones republicanas.